Leonard
Subí a mi coche y arranqué dirigíendome a la mansión, había papeles que revisar, documentos que firmar y por ahora llamadas que ignorar... Leticia me habia llamado varias veces, ni siquiera le respondi. Ahora veo el nombre de mi madre parpadeando en la pantalla. Otra vez ella. Qué fastidio.
Decidí no contestar. ¿Por qué no puede dejarme en paz ni un maldito fin de semana? Pero volvió a llamar. Insistente como siempre. Sabía que no iba a rendirse. Resoplé, apreté los dientes y respondí, con ese tono mordaz que tanto detesta.
—¿Qué quieres, Devora?
—No puedo creer que le hables así a tu madre…
—Bien. ¿Qué deseas, querida madre? —respondí, cargado de ironía.
—Solo quería comentarte que voy hacia tu mansión. Necesitamos hablar.
Solté una carcajada seca.
—¿Qué vas a ir a hacer a mi mansión?
—¿Pero por qué te exaltas? De hecho, ya estoy cerca. Voy con tu padrastro… y con tu hermanastro.
Sentí un nudo helado en el estómago.
—¿Estás loca? No quiero verlos ahi, madre.
—Pues lo lamento