MILA
Me organizo en el espejo, ajustando mi cabello y mi ropa. Alisa está en la cama con los bebés, mirándome con una expresión de preocupación.
—¿Estás segura de ir? —me pregunta, su voz llena de duda—. Me parece muy extraño. Acabas de enviarle un mensaje a Maximiliano y él te dice que lo esperes allá, en la azotea de un edificio. Me parece muy sospechoso.
Me encojo de hombros, mientras me aplico un poco de maquillaje en los ojos.
—No pasa nada —le digo, tratando de sonar calmada—. Maximiliano es un hombre ocupado, y a veces tiene que hacer cosas de última hora. No hay nada de qué preocuparse.
Alisa no parece convencida, pero yo sigo adelante, terminando de maquillarme y ajustando mi ropa.
—Me visto con este vestido negro —digo, mirándome en el espejo—. Me hace sentir elegante y segura.
Me pongo un poco de lápiz de ojos y me miro de nuevo en el espejo.
—Y me maquillo con un poco de sombra de ojos y rímel —digo, sonriendo—. Me hace sentir más despierta y lista para enfrentar el día.
A