MILA
Nuestros labios se encuentran en un beso apasionado. Su lengua es cálida y suave, y se desliza dentro de mi boca con una gentileza que me hace estremecer.
El calor que emana de su cuerpo es intenso, y puedo sentir su corazón latiendo contra mi pecho. Paseo las manos por los pectorales, sintiendo los músculos gruesos palpitar en mi palma, Su beso es peligroso, porque me hace sentir que estoy al borde de un precipicio, listo para saltar y dejar que me consuma.
Pero no quiero escapar. Quiero quedarme aquí, en este momento, con sus labios sobre los míos y su cuerpo contra el mío. Quiero sentir su calor, su pasión, su amor.
Y así, me dejo llevar por el beso, permitiendo que me envuelva en su calor y me lleve a un lugar donde nada más importa excepto nosotros dos.
—Basta —digo, mi voz temblorosa.
Maximiliano me mira fijamente con una expresión tan intensa que pone a vibrar cada parte de mí.
—¿Por qué te sigues negando a eso que sentimos? —pregunta, su voz llena de convicción.
Trato de