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CAPÍTULO 4: EL MANUAL DE CAMPO DE MAYA

El Café Limonetto estaba lleno como siempre, pero Maya no escuchaba nada. Ni la máquina de espresso, ni los cubiertos chocando, ni el murmullo de los clientes. Solo pensaba en Elías.

Mientras atendía mesas, iba tomando notas discretas en una pequeña libreta beige, vieja, con bordes doblados. Se la guardaba en el delantal como si fuera contrabando.

—¿Otra vez con eso? —preguntó Julián, sirviendo un latte—. ¿Qué escribes?

—Observaciones científicas —respondió ella sin levantar la vista.

—A ver…

Julián se inclinó.

Maya tapó la página, ofendida.

—Es confidencial.

—Maya, por favor. Tú no sabes guardar secretos ni cuando estás dormida.

Ella lo miró con el ceño fruncido.

—Son datos importantes.

—¿Como cuáles?

Ella suspiró y, resignada, le mostró una página.

Julián leyó:

“Cita 632 — análisis del paciente:

— Se toca la manga 27 veces por minuto.

— Mira el reloj cada 40 segundos.

— No permite silencio.

— Cero contacto visual prolongado.

— Cuando se ríe, parece que le duele físicamente.

Conclusión: robot social.”

Julián carcajeó.

—Esto es oro. Deberías publicarlo.

—No es para publicar —gruñó Maya—. Es para ayudarlo. Elías necesita que alguien le diga la verdad, y nadie lo hace.

—Porque nadie se quiere quedar sin dientes —bromeó él.

Ella siguió escribiendo mientras caminaba hacia la mesa 12 con un café.

Cuando llegó, Elías hablaba con una mujer rubia, elegante, que parecía sonreír por educación y no por gusto.

Maya dejó el café y se alejó, pero no sin observar:

La mujer se reía mientras Elías le explicaba algo sobre “proyecciones financieras del año siguiente”.

La sonrisa de ella era tan falsa que hasta el salero estaba incómodo.

—Ay, madre… —susurró Maya—. Va a ser otra baja para la lista.

Al final de la tarde, cuando la rubia se fue con un “te llamo” que sonó más a “jamás en la vida”, Maya esperó a que Elías guardara su libreta.

Se acercó a paso firme.

—Puntaje: 2 de 10 —dijo ella sin saludo previo.

—¿Qué?

—La chica. Tenía cara de querer que la secuestraran antes que seguir escuchándote hablar de economía.

Elías frunció el ceño.

—Estábamos conversando.

—Estabas dictando una conferencia de finanzas aplicada a las relaciones humanas.

—Solo respondí sus preguntas.

—¿Y por qué la pobre tenía cara de que estaba resolviendo ecuaciones?

Elías abrió la boca para defenderse… pero nada salió.

Maya sonrió, triunfal.

—No te preocupes —dijo ella, anotando algo en su libreta beige—. Ya casi termino tu diagnóstico.

—¿Mi qué?

—Tu diagnóstico sentimental.

Él sintió un escalofrío.

—Maya… no puedes…

Pero ella ya estaba caminando hacia la barra con el aire de quien tiene un propósito divino.

Elías la miró irse con una mezcla de indignación… y un pequeñísimo, casi imperceptible, destello de intriga.

Nota: Este es mi nuevo libro. Espero les guste tanto como disfruté escribirlo. No olviden seguirme en F******k. Maxxi Escritora. Allí siempre estoy subiendo contenido sobre mia libros. Un abrazo enorme, y gracias por sacar un poco de su tiempo para leer mis historias. Bendiciones!! 😬 😬 😬 🙏 🙏 🙏 ❤️ ❤️ ❤️ 😘

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