Capítulo 134. Una mina de oro
Mariana le respondió con una sonrisa nerviosa:
—Se me había olvidado decirte que ya estoy casada… y con mi esposo hemos decidido tener un bebé. Luego miró a Fiona, mientras le decía: Señorita, que pena, no quería decepcionarla, por eso no le mencioné nada cuando me ofreció trabajar como modelo. Pero, en compensación, me tomé la libertad de buscarle a alguien para que me sustituya, espero que mi elección le parezca buena.
Fiona parpadeó varias veces sorprendida, y durante un instante se quedó en silencio asimilando la noticia. No podía ocultar su desilusión; en su mente, Anna era su próxima estrella, su mina de oro. Sin embargo, recuperó la compostura rápidamente y desvió su atención hacia Martha, quien esperaba ansiosa la respuesta de Fiona.
—Bien… —dijo Fiona, observándola con ojo crítico—. Y de inmediato le dijo: Date la vuelta para verte mejor.
Martha obedeció sin titubear. Por su parte, Fiona la escaneó con la mirada, considerando sus posibilidades. Después de tener un buen tiempo