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Capítulo 4. Un encuentro inesperado

Sin embargo, cuando su tía escuchó lo que quería hacer, le dio una mala noticia, pues aquel mago ya había muerto. Además, no era como ella lo imaginaba, pues él solo poseía un poco de magia de reversión del tiempo, y eso apenas por unos cuantos minutos, no más. Y para lo que ella necesitaba, haría falta una cantidad de magia de reversión que nadie en su clan había tenido hasta ahora.

Ya que ese era un poder que solo la Madre Luna otorgaba a su hijo favorito, y eso ocurría cada diez mil años. Porque se trataba de un don extremadamente poderoso, pues la capacidad de revertir las cosas o el tiempo a voluntad era un poder demasiado grande para que alguien en estos tiempos tuviera un poder tan grande como este.

Luego de escuchar esas palabras, Bianca se dio cuenta de lo estúpida que había sido al pensar que semejante magia podía existir en este mundo. Porque, si de verdad existiera, quien tuviera aquel poder, sería casi invencible. Justo como su tía lo había dicho.

Entonces entendió que tenía que dejar ir al único hombre por el que se había sentido realmente atraída. Pero, como dice el dicho: lo bueno dura poco. Lo mejor que podía hacer era enfocarse en su trabajo y dejar de pensar en bobadas.

Y así lo hizo, ya que esa misma noche asistió a un foro empresarial. Aunque no quería ir, pero este tipo de reuniones eran muy importantes, dado que ella era la imagen de la compañía y tenía que estar presente. Además, ahora que quería olvidar su mal gusto por los hombres, lo mejor era salir a socializar. ¿Y qué mejor que este tipo de eventos? Ya que mantenía su mente ocupada, y así, al menos por unas cuantas horas, podría olvidarse de aquel hombre.

Sin embargo, tuvo tan mala suerte que el hombre de sus deseos más profundos también estaba allí. Tanto fue su sorpresa, que no supo cómo reaccionar. Quería salir corriendo a saludarlo… o mejor, darse la vuelta e irse. Definitivamente, se estaba comportando como una niña de quince años en su primer enamoramiento.

Luego se dijo: Bueno, no tengo quince años, pero sí es mi primer enamoramiento… y todo por ese maldito vínculo de pareja con el que nací.

Y claro, todo esto era culpa de la Diosa Luna. ¿Qué diosa iba a ser esa mujer, si lo único que hacía era torturarla?

Lo que ella no sabía era que Brando estaba peor. Porque cuando la vio con aquel vestido ceñido al cuerpo, y notó cómo muchos hombres admiraban su belleza, estuvo a punto de transformarse… y hacerla suya allí mismo, delante de todos, para que vieran a quién pertenecía esa mujer que todos deseaban tener debajo de ellos. Además, de querer convertirse en lobo y destrozar a todos esos humanos que osaban mirar a su compañera con deseos carnales. 

Brando estaba en su límite, pues echaba humo por la boca, la nariz y los oídos; apretaba los dientes y se clavaba las uñas en las palmas de las manos para evitar cometer una locura.

Y todo empeoró cuando la vio abrazarse con un hombre.

Al verla sonreír tan feliz con otros, casi se transforma ahí mismo, en medio de todos, de no ser porque su asistente lo detuvo a tiempo. Pues James había notado que sus dedos comenzaban a cambiar, y que su hocico empezaba a formarse. Inmediatamente lo arrastro hasta la terraza para que se calmara, antes de que hiciera una locura con tantos humanos alrededor.

Sin embargo, lo que Brando no sabía… era que Bianca sonreía solo porque no sabía qué hacer para mantenerse de pie al tenerlo tan cerca.

El lado humano de Brando logró calmarse, pero su lobo no. dado que lo único que quería en ese momento era montar a su mate, hacerla suya y marcarla ahí mismo, sin importarle la cantidad de personas presentes. Y eso era precisamente lo que hacía que al hombre que habitaba en Brando le resultara tan difícil mantenerse en control… y más aún al ver que Bianca no le ayudaba en nada.

Ahora mismo, Brando tenía una pelea interna con su lobo, pues este quería apoderarse de su cuerpo sin su permiso. Y conociéndolo, sabía que en cualquier momento podía hacerlo sin esperar su consentimiento. Por esa misma razón, debía abandonar aquella ciudad lo más pronto posible. Tener a Bianca tan cerca era un riesgo, pues su lobo era capaz de cometer cualquier locura solo por marcar a su compañera, y eso… él no podía permitirlo. Su trauma venía precisamente por él haberla mordido en el pasado.

Así que se dijo que, apenas llegara a casa, llamaría a Marcos para dejar todo lo relacionado con la empresa en manos de su asistente, e irse cuanto antes a tomar posesión de la manada de Germán. Pues Marcos ya le había dicho que necesitaba que se hiciera cargo de esa manada y sacara a todos los fieles a su tío. Ya que Brando era su beta, y lo necesitaba allá, sobre todo ahora que el nacimiento de sus cachorros estaba cerca y no quería dejar a Priscila sola.

Además, debía ser él, ya que aquella manada era la principal aliada de la manada de los Green, y ahora que habían acabado con Germán, querían que todos los lobos supieran quiénes eran sus nuevos alphas. El nuevo alpha sería Brando.

Esa idea no le gustaba para nada, pues toda su familia había sido beta, y él mismo fue criado para ser el beta de la manada Fuentes Lagos. Ahora tenía que aceptar que, de la noche a la mañana, se había convertido en un alpha.

Solo de pensarlo le recorría un escalofrío, porque esa era mucha responsabilidad para él.

Pero entendía que, si no aceptaba ir a la manada de Germán a hacerse cargo, tendría que quedarse en la ciudad lidiando con la empresa… y con Bianca. Y estando tan cerca de ella, le sería casi imposible evitar que su lobo tomara el control y la marcara sin su consentimiento. Así que lo mejor era irse, tomar posesión de la manada Divina y así mantenerse alejado de su mate… Al menos hasta que Bianca dejara de temerle a los animales y fuese capaz de aceptar su lado animal.

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