Había pasado un mes desde la boda de Priscila y Marcos. Bianca se encontraba en su habitación, furiosa consigo misma por haberse enamorado de aquel hombre frío y malgeniado, el mismo que la hizo quedar en ridículo delante de todos en el matrimonio de su prima.
Se prometió que más adelante le cobraría lo que le hizo pasar ese día, porque en este mundo no había nacido la persona que pudiera humillar a Bianca Robles, como lo hizo Brando en ese momento… y si ya había nacido, podía darse por muerto antes de volver a verla.
Ya se estaba preparando para su contraataque cuando volvieran a encontrarse, porque, por mucho que le gustara aquel hombre, no pensaba dejarlo pasar. Siempre había creído que una mujer nunca debía permitir ningún agravio, y mucho menos de la persona que le gustaba. Porque si se permitía una vez, habría una segunda, una tercera… y eso podía convertirse en un número infinito de veces. Así que iba a cortar esa posibilidad de raíz.
Y como ahora ya sabía que aquel tipo era el vicepresidente de la compañía FL, estaba muy segura de que en cualquier momento volverían a verse las caras.
Y lo mejor que podía hacer ese hombre era estar confesado, porque, de lo contrario, la pasaría muy mal en sus manos por haberla humillado delante de todos. Dado que no solo le bastó con ignorar sus intentos de coqueteo, sino que además se atrevió a humillarla frente a toda su familia.
Pensando en eso, se le ocurrieron varias formas de hacerlo pagar por lo que le hizo aquel día, y una de ellas era enamorarlo y, cuando estuviera botando las babas por ella, dejarlo por otro. Esa sería una muy buena venganza, y la más efectiva.
Sin embargo, pensándolo mejor, eso podría ser una muy mala idea, ya que ese hombre le gustaba mucho más de lo que quisiera admitir. ¿Y si al final era ella quien terminaba llorando y rogándole por su amor? Porque, al parecer, aquel hombre era inmune a sus encantos. Ya que el día de la boda de Priscila, había bailado muy sexy solo para que él la viera; sin embargo, no la miró ni un solo segundo. Solo se limitó a beber licor… y siempre muy lejos de ella, como si ella tuviera una enfermedad contagiosa, eso era lo que más le enfurecía.
Aun así, tenía que haber algo muy mal con él, porque en aquel momento ella había comenzado a liberar más feromonas de lo normal en un ser vivo, solo para que él pudiera oler su aroma y provocarlo.
Sin embargo, no hubo ni el más mínimo comportamiento extraño por su parte, y eso la puso de muy mal humor. Hasta ahora no había conocido a ningún hombre que se resistiera a su belleza, y menos aún a las sustancias secretas que su cuerpo producía. Tanto era su poder con los hombres, que su abuela solía decirle que era la reencarnación de Afrodita.
Pues era la única en su familia capaz de generar tantas feromonas de la nada, y ningún ser vivo se había resistido a su encanto. ¿Cómo era posible que ese hombre no reaccionara ante nada de lo que hacía?
Entonces se dijo: A lo mejor estoy perdiendo mis encantos como mujer Elfa.
Y de inmediato se miró al espejo, tratando de confirmar si lo que pensaba era cierto.No obstante, al comprobar que seguía siendo una mujer muy hermosa, volvió a decirse: "Pero sigo teniendo un buen físico". Entonces su belleza no podía ser el motivo por el cual no le gustara… a menos que estuviera enamorado. O… que ese machote fuera gay.
Pensando de esta forma, se dijo que enamorado no podía estar, de lo contrario su prima se lo habría mencionado antes. Además, no se le vio hablando con ninguna mujer; lo único que le quedaba pensar era que, en realidad, a aquel hombre no le gustaban las mujeres, sino los hombres. Después de todo, ese día sí lo había visto conversando con algunos de los chicos guapos que estaban presentes en la boda de Priscila.
Cuando Bianca pensó en esto, de inmediato dio por confirmada su teoría, pues lo que había notado en él era un claro rechazo hacia todas las mujeres que intentaban acercársele. Y una muestra evidente era ella, pues ni siquiera le permitió dirigirle la palabra. Además, mujeres bonitas no faltaban en aquel pueblo. Bueno, tampoco tenía que exagerar… no eran tan bellas como ella, pero se podía decir que eran pasables según el estándar de lo que uno imagina cuando escucha la palabra “hermosa”.
Después de confirmar que Brando era homosexual, gritó varias veces en su mente la palabra: “¡Mierda, m****a!” porque tenía que ser de aquel modo.
Y se preguntaba cómo era posible que el único hombre capaz de despertarla sexualmente con solo una mirada suya… fuese gay. Esto, claramente, era un castigo de la Diosa Luna por haberla maldecido una y otra vez, por ese ridículo vínculo de pareja. Tenía que ser eso, porque no encontraba otra explicación para lo que estaba sucediendo.
Tenía que haber una forma de traerlo de vuelta… y así que le gustaran las mujeres. Caminaba de un lado a otro, pensando, hasta que recordó que su tía Abril le había contado que una vez nació un mago capaz de revertir cualquier cosa.
Y cualquier cosa tenía que incluir cambiarle los gustos a una persona, ¿cierto? Sin embargo, después de pensarlo, la idea no le gustó tanto. ya que no iba a traer de vuelta a tremendo hombre —guapo, apuesto y con dinero— para que se convirtiera en un playboy después. Eso sí que no. Pues él solo podía ser suyo, y de nadie más.
Además, aún estaba el asunto de la venganza por lo que le hizo aquel día. Pensando en eso, tomó su teléfono y llamó a su tía abuela, a ver si podía contactarla con aquel mago y que la ayudara con este tema… pues estaba dispuesta a dar cualquier cosa a cambio de lo que quería.