C32: Fuiste tú quien lo provocó.

Zeira, satisfecha con haber cumplido su parte, decidió marcharse.

—Saldré afuera. Si necesitan algo, solo avísenme.

Sin más, se retiró de la habitación, dejando a Somali y al Alfa a solas.

Dorian, sin apresurarse, tomó una silla cercana y la arrastró hasta colocarla justo al lado de la cama donde Somali permanecía sentada. Con la misma calma, se dejó caer sobre el asiento y cruzó los brazos, sin apartar la vista de ella. Su mirada no era agresiva ni inquisitiva, pero sí lo suficientemente firme como para que su presencia se sintiera como una vigilancia inalterable.

Somali frunció el ceño, desconcertada por aquella actitud. Ladeó la cabeza y lo observó con escepticismo antes de alzar una ceja en un gesto de clara desaprobación.

—¿Qué haces? —preguntó con sequedad—. ¿Por qué no te vas también?

Dorian no desvió la mirada ni se inmutó ante su tono poco amable. Simplemente apoyó un codo sobre el brazo de la silla y respondió con absoluta tranquilidad.

—Quiero asegurarme de que comas. No pi
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