—Quiero que pongas mis piernas sobre tus hombros.— Tengo que callar cuando me embiste con fuerza y me penetra tan dulcemente que mis ojos empiezan a cerrarse. Es el entrecerrar los ojos de Zeky, su negación con la cabeza, lo que me dice que no es algo que deba atreverme a hacer. Así que los abro y continúo: —Y fóllame hasta que explote a tu alrededor. Insúltame mientras lo haces.—
Apenas pronuncio estas últimas palabras, él se desliza fuera de mí. En un instante, me mueve hasta que estoy de lado en la cama, y luego me levanta la pierna izquierda hasta su hombro, como le dije. Se inclina hacia adelante, su pene presionando contra mi entrada, y luego empuja hacia adentro, ese dolor punzante ahí de nuevo. Me penetra lentamente, la parte superior de su cuerpo obligando a mi pierna a acercarse cada vez más a mi pecho hasta que los músculos de mi muslo gritan por alivio. Pero el verdadero alivio que necesito proviene de la tensión que palpita entre mis muslos.
Herson gira la cara hacia un l