Las luces del hospital eran frías, inertes, al igual que el ambiente que envolvía a la familia Volkov. Había pasado poco tiempo desde la cirugía del padre de Mikhail, y todos pensaban que la peor parte había quedado atrás. Sin embargo, la calma era engañosa.
Un doctor, con la cara tensa y los ojos cargados de cansancio, se acercó a los hijos de Nikolai con un caminar pesado.
Al detenerse frente a ellos, hizo una pausa que duró más de lo que cualquiera hubiera soportado.
—Familiares del señor Nikolai, les tengo una mala noticia —empezó, y el silencio se volvió sofocante—. Aunque parecía estar recuperándose bien, su estado ha empeorado gravemente. Tendremos que intubarlo.
Uno de los hijos reaccionó de inmediato, y su furia explotó como un volcán.
—¡No! ¡Eso no lo pienso permitir! ¡Nos dijeron que la cirugía había salido bien! ¿Esto es una maldita broma? — Su voz temblaba, y no solo de ira, sino de un miedo oculto.
El doctor negó con la cabeza, tratando de mantener la calma.
—Lo lament