Grecia y Doris entraron al recinto, había arreglos florales por todos lados, gente hablando del joven que había fallecido y otros llorando, al fondo podías ver al señor Alarcón de pie recibiendo las condolencias mientras su esposa estaba sentada a un lado en un sillón con un tanque de oxígeno, su mirada estaba perdida, se reflejaba gran tristeza en su rostro, se veía tan delgada y pálida, Grecia no quería ni imaginarse el dolor que sentía perder a un hijo. Caminaron hasta ellos y en una orilla Jimena lloraba tristemente mientras reposaba en los brazos de Noa.
Grecia se detuvo por un momento al ver la imagen, Noa levantó la mirada encontrándose con los ojos tristes de Grecia, él quería correr hasta ella, pero no era correcto. Grecia se armó de valor y siguió su camino hasta el señor Alarcón. “Mi mas sentido pésame…” Al escuchar la voz la mujer mayor despertó de su aturdimiento encontrándose con la figura de Grecia. Recordó a aquella pequeña niña de las fotos.
El señor Alarcón no dijo