149. UNA BODA MUY ESPERADA
Por otro lado, Elvira llevaba días preocupada, tratando de recordar cosas de su vida, pero sin éxito. Parece que su mente se niega a recordar. Por eso ha decidido averiguar con sus hijos. Encuentra a Evelin absorta en su computadora en la terraza.
— Evelin, ¿puedo hacerte una pregunta, hija? —le pide suavemente Elvira con cariño.
— Las que quieras, mamá —responde Evelin sin dejar de hacer sus cosas en la computadora.
— ¿Eres feliz de que sea tu mamá? —pregunta Elvira, haciendo que Evelin la mire.
— Mucho, mamá. Me llena de felicidad —y le da un fuerte abrazo y unos sonoros besos en la mejilla—. ¿Por qué me lo preguntas?
— No es nada, hija. Es solo que aún no puedo recordar muchas cosas —dice Elvira soltándose del abrazo—. Por ejemplo, ¿dónde están las fotos de nuestra boda?
— ¿Las fotos? No lo sé, tú las guardabas —contesta Evelin mirando a su computadora y agrega—. O quizás se quedaron en Nueva York. Pero si quieres, podemos tomar nuevas fotos ahora que estamos aquí.
Elvira mira a Ev