El restaurante Lumière era exactamente como Camila lo había descrito: elegante pero no pretencioso, con luces tenues que creaban una atmósfera íntima y acogedora. Las paredes de ladrillo visto contrastaban con los manteles blancos impecables y la cristalería que reflejaba la luz de las velas.
—Te dije que te encantaría —comentó Camila mientras nos acomodábamos en nuestra mesa—. Necesitabas esto, Sophie. Has estado demasiado tensa desde que firmaste ese contrato con Blackwell.
Sonreí sin ganas. Si ella supiera que "tensa" era quedarse corta. Las últimas semanas habían sido una montaña rusa emocional junto a Nathaniel. Un día me trataba como si fuera su posesión más preciada, y al siguiente, volvía a ser el CEO frío y calculador.
—Solo quiero una noche normal, sin pensar en contratos ni en... —me detuve antes de mencionar su nombre.
—¿En tu marido de mentira? —Camila alzó su copa de vino tinto—. Por una noche sin Nathaniel Blackwell.
Chocamos nuestras copas y bebí un sorbo generoso. El