El vestido negro se deslizaba por mi cuerpo como una segunda piel. Me miré al espejo una última vez, ajustando la máscara veneciana que cubría la mitad de mi rostro. Era plateada con detalles en negro, perfectamente coordinada con mi atuendo. El escote en V descendía lo suficiente para ser elegante sin resultar vulgar, y la abertura lateral de la falda revelaba mis piernas cuando caminaba.
Esta noche era la gala anual de Blackwell Enterprises, un baile de máscaras donde la élite empresarial de la ciudad se reuniría para celebrar otro año de éxitos. Como esposa oficial de Nathaniel, mi presencia era obligatoria. Como su esposa falsa, era una tortura.
Llevábamos semanas evitándonos tras aquel momento en su oficina. Nos limitábamos a intercambiar palabras estrictamente necesarias, manteniendo las apariencias frente a los demás, pero guardando una distancia prudencial cuando estábamos solos. Sin embargo, esta noche no habría escapatoria.
El salón del hotel Ritz brillaba bajo las luces de