Un demonio enfurecido.
La voz furiosa del CEO traspasaba el auricular, todas las chicas pudieron escucharlo, caminaban por toda la sala nerviosas pensando en que le dirían al hombre.
— Ya estense quietas que ya me marearon. Tenemos que ser valientes y hablar con Rafael. — Serena, la del carácter más fuerte trataba de calmar a las chicas.
— ¿Emma, estás ebria? ¿Dime qué me lo estoy imaginando? No te creo capaz de haberte embriagado, mujercita.
— No, no, Rafael, estoy bien, solo... Solo me tomé un par de copas de champaña para los nervios, no todos los días eliges un vestido de novia para casarte. Pero te prometo que estoy bien.
— Emma, pon el altavoz.
— Espera... Es que no le atino. Ya, ya está, ¿Para que quieres que ponga el alta voz?
— Señoritas, creí que les había encargado que cuidaran de mi mujer, entonces la llamo para pasar a recogerla y me encuentro con que está totalmente ebria. ¿Qué explicación tienen para mí?
El empresario estaba muy molesto.
— Disculpa Rafael, Emma solo est