Castigo y consecuencia.

La pelirroja no dejaba de hablar en todo el camino, le contaba a Rafael los vestidos que había descargado porque a las chicas no les habían gustado.

— ¿Por qué no me respondes Rafael? Parece que vengo hablando sola. — Emma venía recargada completamente en el asiento, no podía enderezarse.

—¿Y todavía lo preguntas? ¡Te pusiste a beber y te olvidaste de que estás embarazada, eso le puede perjudicar al bebé, estoy tan molesto contigo, solo espero que no pase a mayores!

De pronto la linda pelirroja comenzó a sollozar, el CEO le había gritado y además tenía razón en estar molesto.

— Lo siento... No debí beber, no quiero que le pase nada a mi hijo, te juro que no lo volveré a hacer. ¿Me perdonas?

Al hombre no le gustaba ver llorar a su mujer, Pero está vez había excedido los límites, él no contestó nada, y Emma siguió llorando.

Apenas llegaron, el médico también lo hizo y después de revisarle sugirió canalizarla.

— Señor Mendoza, le colocaremos un suero a la paciente, eso
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