La pasión de los enamorados.
Emma ahogó un gemido, el ardiente beso de Rafael le calentó la piel... y algo más. Si él se lo pidiera se entregaría sin reservas de nuevo a sus brazos y a sus besos.
— Deja... Deja ya de besarme, por favor Rafael... No seas malo conmigo. — La pelirroja suplicaba al CEO que dejara de tocarla y de besarla.
Kui... kui... kui...
El pequeño cobayo se ponía intranquilo como si supiera que su dueña y madre estuviera a punto de ser cómoda por un feroz lobo.
— No voy a hacerte nada... Aquí... Además parece que alguien aquí está intranquilo por su dueña, cobayo, ella es mía, deberías devolverlo a la tienda, Emma.
— ¿Qué...? !A los hijos no se les devuelve Rafael! El señor CM es como mi cobayijo, no voy a abandonarlo.
— Ahhh... ¿Por qué lo llamaste como yo? Es un cobayo, ¿Acaso me odiabas tanto?
— No... Bueno, quizás tal vez un poco... No le dijiste que estabas comprometido, te lo callaste Rafael, ¿Qué carajos pretendías hacer? — Emma se cruzó de brazos.
Rafael se puso de p