Esa noche cenaron todos juntos, e incluso Irina compartió el pastel con todos. Luego, Pablo propuso acompañar a Liseth, quien estaba emocionada por viajar a Tijuana. También le pidió a Irina ser la madrina de dicha boda. No obstante, se llevó una gran sorpresa cuando Orlando le dijo que ya lo era. Emocionada, aceptó ser llevada por Pablo.

—Has organizado todo tú solo —preguntó Irina, asombrada, cuando estaban dentro de la habitación. —En realidad no. —Irina se tensó. —¿Quién te ha ayudado? —indagó, sintiendo una pizca de celos.

Él se acercó a ella, rodeó sus caderas con sus fuertes brazos y rió al verla molesta.

—Tus antojos lo han hecho, y tú misma sin darte cuenta—. Ella se quedó pasmada; de repente recordó que él le había preguntado en distintas ocasiones sobre su color favorito y sus flores preferidas. —No quería agobiarte con nada; apenas este hermoso bebé—tocó el vientre aún plano de Irina—salió de peligro y has estado muy pendiente de tu tía, entonces sentí que sumarte la organ