CAPÍTULO 62. Amarla es mi castigo.
Narrador.
Después de terminar de usar un tipo de chantaje emocional con su madre, Orlando bajó al despacho de su padre para explicarle sus motivos, ya que debía adelantarse al primer movimiento de Miguel. Sabía que él no se quedaría de brazos cruzados. No sabía de qué modo atacaría, pero estaba seguro de que lo haría en cualquier momento, porque no era de los que se rendían sin más. Además, lo había humillado y le había herido el orgullo… más aún, creyendo que le había quitado a la mujer que amaba.
Dio dos toques en la puerta y desde adentro escuchó un suave:
—Pase.
—Padre… —bajó la cabeza. No era muy cercano a su padre y ahora, después de comprender el valor que tiene su familia, le costaba acercarse sin sentir temor. Se metió las manos en los bolsillos, ya sin la chaqueta puesta—. Le pedí a mamá que me disculpara contigo por abandonar la fiesta de esa manera tan brusca. Pero es que se me presentó una emergencia.
Fernando movió la cabeza. No estaba conforme, pero también sabía que de