66. CANSADA.

Estaba ayudando a Daven a ponerse de pie cuando la puerta de la cocina se abrió con brusquedad, creí que era la policía, pero sorprendentemente era Ivar.

—¿Qué haces aquí? —Mis ojos estaban abiertos como platos. Luego detrás de él entraron 3 hombres que despejaron mis dudas—. Muchos hombres y poca eficiencia, pudieron ayudar.

—Tenían órdenes de no interferir con tu trabajo.

—Esto era por mi seguridad.

—Valeska…

—Fue tu padre, no me preguntes cómo lo sé, pero fue tu padre.

—Lo sé —sus nudillos estaban apretados y entonces la policía entró. Todos nos quedamos en silencio y casi parecía un velorio.

—¿Qué sucedió? —preguntó un hombre, casi de manera desinteresada.

—Para ser la policía y que este lugar tenga una alarma directa con sus estaciones, tardaron demasiado.

—Mucho trabajo —respondió otro hombre que venía entrando.

—No me diga, otros asaltos en una ciudad en la que no tenemos asaltos.

—¿Qué insinúa, señorita?

—Señora —aclaró Ivar.

—Los hombres escaparon por la puerta de atrás
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