Capítulo 79. La sombra de Adrián.
Amy Espinoza
Levanté la mirada. El gesto de su rostro había pasado de la preocupación a una determinación que cortaba el aire. Sabía que no estaba enojado conmigo; lo conocía lo suficiente para reconocer el tono que reservaba para las crisis. Pero esa certeza no me dio consuelo: solo hizo que la urgencia se volviera más real.
—Es… —Logré decir, mi voz, un hilo frágil—. Es una notificación.
Él frunció el ceño.
—¿De qué?
Respiré hondo, pero el aire no alcanzó a llenar mis pulmones. Sentía el peso de cada palabra antes de pronunciarla.
—De un… procedimiento legal. —Tragué saliva. Mi garganta se cerró otra vez, obligándome a una pausa—, Adrián, ese desgraciado… me está demandando.
El papel tembló en mis manos.
Las letras se desdibujaban, aunque las hubiera leído ya tres veces. No podía asimilarlo. No podía.
—Adrián… —Mi voz salió como un murmullo quebrado—. No puedo creerlo.
Maximiliano se tensó de inmediato.
—¿Qué con Adrián? —Su tono era un filo.
Tragué saliva, pero la garganta me ardía