Capítulo 62. Mi condena.

Maximiliano Delacroix

Me incorporé sobre los codos, mirándola fijamente. La penumbra de la habitación no podía ocultar la veracidad que brillaba en sus ojos, aún empañados por el placer. No había coquetería en su confesión, solo un asombro genuino que me desarmó por completo.

—¿Tu ex jamás te dio placer con la lengua? ¿Nunca? —La palabra me salió áspera, cargada de una incredulidad que se transformaba rápidamente en algo más oscuro, más primal.

Ella negó con la cabeza, desviando la mirada por un instante, como si se arrepintiera de haber soltado ese secreto. Un rubor intenso trepó por su cuello hasta sus mejillas.

—No. Nunca. —Su voz era apenas un hilo de sonido—. No de esa manera… es la primera vez que recibo… —calló mientras su rostro se volvía carmesí.

Un silencio espeso se instaló entre nosotros. Yo la observaba, y de pronto, cada una de sus reacciones cobró un nuevo y devastador significado. El sobresalto violento cuando mi boca la encontró, la intensidad de su orgasmo, el asomb
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