Capítulo 50. Una locura.
Amy Espinoza.
Esa noche, mientras cenábamos, las palabras de Maximiliano regresaron a mi mente: “En dos semanas tenemos un evento social”.
No me dijo con quién. No me explicó por qué era tan crucial. Y eso me inquietaba. Porque con él, tenía la impresión de que cada uno de sus movimientos era una estrategia y cada gesto buscaba un propósito.
Lo vi sentarse en la mesa, ya cambiado en ropa más cómoda. Se veía menos intimidante, así, casi humano. Se acomodó en la cabecera de la mesa y me observó en silencio.
—¿Qué piensas? —preguntó, con esa voz grave que parecía leerme la mente.
—Que no me gusta que guardes secretos —admití.
Él suspiró, sin apartar la mirada de mí.
—Algunos secretos son necesarios, Amy. Pero te prometo algo, cuando llegue el momento, estarás a mi lado. Y lo entenderás todo.
No supe si sentirme aliviada o más intranquila. Porque si había algo que había aprendido de él era que sus promesas siempre se cumplían. Y eso, en lugar de tranquilizarme, me llenaba de temor.
Los dí