Capítulo 254. Ella me gusta, papá.
Adrián Soler.
Nunca había odiado tanto el sonido de mi propia voz como en ese momento.
“No voy a perseguirla.”
Lo había dicho como si fuera una decisión lógica. Como si no importara. Como si fuera la frase correcta para un hombre que tenía al hombre que había sido el mejor amigo que había tenido entre la vida y la muerte, a su hija dormida en el pecho y a la madre de esa hija sentada al frente en un asiento duro de hospital.
Había pensado que estaba haciendo lo correcto.
Pero apenas la puerta se abrió y la vi allí, parada, escuchándome… sentí un golpe en el estómago. Uno seco. Uno que me dejó sin aire.
Pandora estaba en el marco de la puerta. Tenía el cabello algo despeinado, los ojos rojos y la ropa arrugada. Pero aun así, había algo en ella que no podía ignorarse. Una mezcla de orgullo y tristeza que se notaba incluso cuando intentaba esconderla.
Me quedé helado.
Ella no dijo nada al principio. Solo me miró. No con rabia. No con rencor.
Me miró como si por fin hubiera entendido algo