Capítulo 246. El plan de justicia.
General Augusto Montenegro.
El aire, en la sala de estrategia de la Finca, era frío, pero la tensión era abrasadora. Me senté frente a la mesa de metal, el único testigo de mi fracaso.
Las palabras de Maximiliano resonaban en mi cráneo. "No matando a inocentes y atacando a mujeres y niños, pensé que eso no era tu modus operandi."
Esa frase no era una provocación; era la verdad.
Mi misión nunca fue asesinar. Mi objetivo, el que Javier Miranda me había justificado durante meses, era la neutralización estratégica de Maximiliano Delacroix, a quien veíamos como una amenaza descontrolada para el equilibrio del país.
Miranda me convenció de que Max había superado las jerarquías, que su poder corporativo sin control era una bomba de tiempo. Mi código era el Orden. Yo no tolero el caos.
Pero Maximiliano tenía razón. Yo no cruzo la línea de los civiles. Y la explosión de la mansión Delacroix era un acto de guerra sin honor.
Me puse de pie, encendiendo el servidor principal. El único sonido era