PRONTO TODO TERMINARÁ…
Alana se despertó cuando unos labios besaron su cuello. Se giró de forma lenta, la lámpara estaba medianamente encendida, y al ver las cortinas, notó que aún estaba oscuro.
—Ángelo…
—El mismo.
Ella trató de levantarse, pero la palma de Ángelo se posicionó en su pecho.
—No, quédate donde estás —él besó su frente de forma lenta y ella aspiró su aroma.
—¿Pudiste…? —Ángelo la besó de forma apasionada, y ella sintió cómo su lengua profundizó el beso.
Apenas tenía una bata fina, las manos de Ángelo bajaron por sus pechos, y luego se posicionó en su estómago.
—Deseo tanto ver tu vientre abultado.
—Tiempo al tiempo.
Y él sonrió.
—Quiero que nos vayamos de vacaciones en un mes, tal vez —Y Alana se detuvo en el abrazo.
—¿Vacaciones?
—¿No te gustaría? Nunca tuvimos una noche de bodas.
—¿No es muy tarde para eso? —él negó.
—Nunca es tarde para nada, a menos que estés bajo tierra.
Alana soltó el aire y asintió.
—Tienes razón. ¿A dónde te gustaría ir?
—¿A dónde quieres ir tú?