CAPÍTULO 81 LÁGRIMAS

LÁGRIMAS…

Ángelo entró en la mansión con Luciano a su lado, ambos envueltos en un silencio sepulcral. El aire parecía denso, como si cada paso que daban aumentara el peso sobre sus hombros. El niño, con la sangre de su padre aún en sus mejillas, se mantenía estoico, con el mentón en alto, como si intentara imitar la firmeza de su tío. Pero sus manos temblaban, y Ángelo lo sabía. Sabía que Luciano estaba al borde de un abismo emocional.

Cuando cruzaron el umbral del comedor, la sonrisa de Alana e Ivy se desvaneció en un instante. Alana se puso de pie de golpe, su mirada pasó rápidamente de Luciano a Ángelo, notando el rastro de sangre en su ropa y en sus manos.

Su rostro perdió todo color, sus labios se entreabrieron en un intento de decir algo, pero su garganta solo logró emitir un sonido ahogado. Sintió un dolor punzante en el pecho, como si su corazón hubiera sido apretado por un puño invisible.

—Qué… ¿Qué pasó? —preguntó con voz quebrada, casi inaudible.

Luciano desvió la mirada, t
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