37. Olvida
Las palabras de Rafael rondan en la mente de Azucena una y otra vez sin parar. La manera en la que la besó. Aquel decisivo beso antes de sus palabras. Lo que hierve dentro suyo no se compara casi con nada. Con nada en realidad. Su corazón es contradictorio a la vez que es una llama encendida incapaz de apagarla.
Dios. No debería estar pensando en él. Un desconocido unido a ella para siempre en falsas promesas. En falsas palabras. Rafael es el culpable de esto.
¿No es así…?
La confusión amaina apenas desde que él se fue. Sola, Azucena se empequeñece, se hace una bola de solo desesperanza. Intenta ignorar esto que pasa en su corazón y su pecho. Si era desconocido para ella, sino le importaba antes, entonces, ¿Por qué reacciona ante las palabras, los besos, las acaricias de Rafael?
¿Por qué tanta confusión? ¿Por qué simplemente dejar esto aquí y decirle que lo sabe todo y él miente?
La mente en blanco antes del secuestro la hiere más porque se le fue arrebatado una parte de su vida: y él