Alice se había sumergido en sus pensamientos al ver el video de ella y Damián dándose ese beso que le había tocado el alma en aquella rueda de prensa. Una lágrima se le escapó y la secó rápidamente, alzando la mirada para contener sus ganas de llorar.
Cuando se dispuso a ver el paisaje para distraer su mente, se percató de que la dirección que le había dado al taxista era diferente; no era el mismo camino a la mansión Anderson.
El camino era justo a las afueras de la ciudad, lo cual la hizo fruncir el ceño. —Señor, esta no es la dirección que le di, se está equivocando, está saliendo de la ciudad —le habló algo alterada.
—Qué pena con usted, pero estoy siguiendo las indicaciones del GPS, no es mi culpa —se encogió de hombros y Alice miró a su alrededor sintiendo algo de pánico.
—Bueno, el GPS a veces engaña —sonrió falsamente para hacerle creer al conductor que ella estaba bien, que no le afectaba lo que estaba pasando.
—Así es, señora, por favor, mantenga la calma, en la siguiente cal