La mirada de Damián es honesta, ella puede percibir su temor debido a todo lo que están pasando, pero también es como un sueño escucharlo decir aquello, un sueño hecho realidad. Le sonríe y, con su corazón palpitando con fuerza, le regala una tierna sonrisa que calma a Anderson. Lo que menos quiere él es ser burlado, y más cuando ha dispuesto abrir su corazón a ella.
—Yo tampoco te quiero perder— dijo Alice en un susurro, y luego no lo pudo soportar más. Se pone de pie, y Damián, al verla, hace lo mismo y la toma entre sus brazos. —Eres lo que he amado y moriré amándote, Damián— confiesa Alice.
—Ya no puedo más— Damián la carga como a una princesa y la lleva a un lugar de la mansión, a un salón lleno de arte donde hay un fino mueble, y allí la acuesta con delicadeza.
Cooper se deja llevar, simplemente lo observa con amor y deseo. Ama ver cómo él se empieza a desnudar para ella. El ambiente se siente tan diferente desde que decidieron dejar sus indiferencias y conflictos atrás. Es una p