—Dylan solo quiere ganar tiempo, Damián, es un vividor. Desde que traicionó a mi padre, cualquier cosa se puede esperar de él. Te juro que deseo que en un cerrar y abrir de ojos todo esto acabe. Te lo juro —Alice lleva sus manos a su rostro llena de frustración.
—Veré qué quiere Dylan, tú permanece tranquila.
Damián recibe una llamada telefónica. —Contesta, quizás es importante —le dice Alice al verlo dudar. Él asiente y contesta.
—¿Me buscas? —Aquella voz regresó nuevamente y Damián se coloca de pie ante la mirada de una Alice llena de intriga.
—¡Dame la cara, maldito hijo de puta!
—Se nota lo desesperado que estás, y mientras pierdes el tiempo culpando a inocentes, yo sigo libre dándome la vida que me merezco. No eres nadie, Anderson, no vales nada, eres insignificante —se escucha una fuerte risa.
—¡Te voy a encontrar y te voy a acabar\! —alcanzó a decir Damián antes de que le colgaran la llamada.
—¿Qué pasó?
—Otra vez ese hijo de puta, lo peor es que usa voz falsa, es difícil recon