Risa miró a Ronda con fijeza, el ceño un poco fruncido.
—Te conozco —le espetó, claramente a la defensiva.
—Claro que sí —replicó Ronda con naturalidad, esquivándome para acercarse a ella—. Soy Ronda, hermana de Mael y una de tus muchas cuñadas. Y soy sanadora como tú.
—También es la esposa de Ragnar —agregué, tratando de imitar su tono casual.
—¡Los niños! —exclamó Risa apartando las mantas—. ¿Dónde están los niños?
—Con Ragnar y mis sobrinos —respondí—. Llegarán en una hora o dos.
—Y necesitaré tu ayuda —terció Ronda—. ¿Puedo contar contigo? Quiero cerciorarme que tengan cuanto precisen. ¡Y ni siquiera sé sus nombres!
Risa se incorporó con movimientos enérgicos,