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Me incorporé con dificultad y traté de seguir corriendo. Esta vez, Ragnar se unió a Mendel para saltar sobre mí y volver a derribarme.

—¿Quieres encontrar a Risa? —me espetó Mendel enfadado—. ¡Para eso precisas estar vivo, maldito testarudo!

—Es la ceniza, Mael —insistió Ragnar, echado a medias sobre mí para impedir que me moviera—. Parece inofensiva, pero en realidad es mortal.

No se me quitaron de encima hasta que estuvieron seguros que les haría caso.

Me obligaron a retroceder hasta que salimos de bajo la nube del volcán, y nos detuvimos allí en el medio de la nada, en la oscuridad.

—¿Se te ha pasado la locura? —me preguntó Ragnar con acento severo—. Si estás dispuesto a escucharme, te explicaré a qué me refiero.

Me eché en la nieve y respondí con un gruñido, porque no podía encogerme de hombros. Galo ya retrocedía hacia nosotros, y verlo posarse muy tranquilo en el lomo de Kellan a picotearle la cabeza me arrancó una risita a regañadient

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