13

“Iré en su busca. Ayúdame.”

Tan pronto escribí el mensaje para madre, volví a cambiar.

No sólo dormía mejor en cuatro patas, sino que también me ayudaba a no sentirme tan débil.

Desde que cambiara por primera vez, pasaba los días tratando de recuperar mis fuerzas. Salía al bosque a pesar del frío, porque ya no me afectaba tanto, y en menos de una semana logré cazar mi primera liebre.

No que fuera un logro llamativo, porque más que cazarla, la desenterré de su madriguera, donde la pobre no tuvo oportunidad de despertar de su hibernación antes que me la comiera en tres bocados. Pero era algo.

Mientras tanto, los cuervos iban y venían a lo largo de la primera fila con planes de guerra. Dejé todo en manos de Milo, porque mi cabeza no estaba para estrategias. Sólo podía pensar en Risa, perdida y perturbada en territorio paria, haciendo sólo Dios sabía qué.

Hubiera querido seguir a Alfa Janos dos días después, pero mis hermanos se negaron

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