Como para darme la razón, apenas terminábamos de salir de las escaleras en el nivel principal cuando Milo nos avisó que Ronda y los demás ya cruzaban el prado y nos esperaban para salir a recibirlos.
—Valor —sonrió Mael al ver mi expresión, imitando el tono en el que se lo dijera un momento antes.
Milo y Fiona ya habían cruzado las enormes puertas de la entrada principal, abiertas de par en par, y ella me dirigió una mirada interrogante cuando bajamos con ellos la ancha escalinata al prado. Asentí levemente, sabiendo que se debía a mi incursión a las cocinas, y su expresión reflejó alivio.
—Gracias —susurró.
Lo primero que noté al volverme hacia el prado fue que Ronda y Ragnar llegaban a caballo, acompañados sólo por Luna Gaida y las otras dos lobas. Habían salido del bosque frente a nosotros, como si hubier