Capítulo 47: Desastre
Helena quiso llorar. Todo su esfuerzo se fue a la basura.

Una vez que convenció a Freya, recibió la visita de los Smith. La pareja se había presentado personalmente a la mansión.

Nora, madre de Freya, entre el llanto abrazó y besó a su hija. Gritó justicia para su princesa. En cambio, Artur, padre de Freya, se mantuvo callado; sus ojos analizaron el entorno, sumergido en sus propios pensamientos.

La pareja era muy distinta entre sí, la señora Nora no era muy agraciada, pero Artur se vio muy joven a su lado. Helena entendió de dónde había sacado sus atributos, la señorita Freya.

Cabello lacio castaño, piel bronceada saludable y la mayoría de las facciones finas, vino de su padre. Su madre solo le había dado el color de sus ojos.

―Gracias por salvar a mi hija ―dijo Artur, con una tranquilidad inquietante―. Pero quiero que envíen a ese hombre a mi mansión.

―¿Para qué necesita a ese guardaespaldas? ―cuestionó Gloria con calma.

Helena sintió escalofríos ante lo que se estaba
Luján C.

¡Hola! Gracias por seguir aquí. Disculpe por la demora, me dediqué a revisar bien el rumbo de la historia. No cambié la meta, solo que para llegar a ella, se necesita un tiempo de meditación. Nuevamente, gracias por el apoyo.

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