Capítulo 40: Cita

Helena, al despertar, sintió que no descansó nada.

El íncubo había aparecido esa noche y había drenado sus últimas fuerzas.

Helena recordó cómo esas hábiles manos tocaron cada rincón de su cuerpo, el cómo esa boca la devoró por completo.

Todavía tenía la sensación de aquella cabeza enterrada entre sus piernas. Fue la primera vez que llegó al clímax sin usar sus propias manos.

―Soy tuyo. ―Su demonio le susurró al oído una y otra vez.

Helena retiró la cobija e inspeccionó su cuerpo. No había nada fuera de lugar, salvo su ropa interior empapada y la sensación de sudor seco en su cuerpo.

Revisó la hora en su teléfono, dos de la tarde. Se bañó con rapidez, avergonzada de sí misma, pues se había prometido no meterse con su jefe, pero su mente traicionera corrió a soñar con él.

Buscó cualquier chuchería en la cocina, pero encontró varios platos de comida para ella. Incluso encontró una nota:

»No almorzaré en casa. No olvides nuestra cita.

Reconoció la hermosa letra de su jefe/marido. No fue
Luján C.

Hola. Gracias por la paciencia y el apoyo, espero que les esté gustando el rumbo de la historia.

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