—Uno de nosotros guarda la verdad. Otro, la mentira. El tercero, el sacrificio. Si eligen bien, abrirán el camino. Si fallan, liberarán al Olvido.
Las voces surgieron de la piedra misma, cargadas de un poder antiguo que electrizó el aire. El eco reverberó en la caverna con una autoridad casi divina, haciendo temblar las antorchas que iluminaban tenuemente el recinto.
Lía se estremeció. Las tres estatuas frente a ella parecían más que simples esculturas: eran guardianes, testigos del pasado y jueces del presente. Una tenía los ojos vendados, otra el corazón expuesto y la tercera las manos extendidas hacia adelante.
Kael entrecerró los ojos, girando lentamente en torno a ellas. —Esto es más que un acertijo —murmuró—. Es una trampa.
Muy lejos de ahí, en un espacio sin forma ni tiempo, alguien más observaba con deleite…
El Nombre Olvidado.
Una conciencia hecha de sombras, rencor y recuerdos. Atrapado entre dimensiones, sin cuerpo pero con voluntad férrea. Lo que alguna vez fue carne ahora