Capítulo 147: No eres mal padre, Alfa.
Dentro de ellos, sus lobitos internos despertaban con un aullido prematuro, una explosión de energía que parecía romper las cadenas del miedo y la debilidad.
El aura dorada que los envolvía se expandió, iluminando la oscura cueva con un resplandor cálido y protector.
La energía salvaje en sus interiores, los impulsó a moverse con agilidad nueva, a escalar las paredes resbaladizas con fuertes zancadas, y buscar una salida segura.
Alaric, ahora un pequeño lobo prematuro, saltó con la ayuda de Draven, quien lo sujetó con firmeza con su hocico, para que no cayera.
—¡Por aquí! —gritó el lobito de Draven, señalando con su hocico pequeño, una grieta estrecha por donde se filtraba la luz de la luna.
Los dos hermanos se deslizaron entre las piedras, saltando obstáculos, el corazón latiendo a mil por hora, pero sin dejar de avanzar.
Finalmente, alcanzaron una pequeña caverna elevada, protegida de la creciente agua, y con tenue luz.
Exhaustos, sus cuerpos temblaban, pero ya no