Falco se acercó.
—Aún no termina —dijo el brujo, tranquilo. Alzó una mano… Todas las piedras se volvieron a mezclar, formando una esfera en su mano, una que vibraba ligeramente—. Ahora… tu marca.
¡Él la lanzó contra la espalda de esa hembra!
BUUUUF~
Korina se sacudió. Todo su cuerpo se tensó… ¡El símbolo maldito apareció!
Se grabó en su piel como una espiral de líneas afiladas. En el centro, una joya negra. Las marcas se hundieron hasta la carne, y la sangre corrió, bajó por su espalda, sus piernas, hasta tocar el suelo del círculo.
Falco la miró, encantado.
—Ahora eres mía. Tu alma, tu poder… tu vida.
Korina gimió apenas, una lágrima escapó de sus ojos abiertos, y en ese momento, ella quedó inconsciente.
Desnuda, ensangrentada, marcada para siempre.
Una guerrera sin loba… Una sombra con forma humana… Una esclava del poder que ella misma eligió.
Falco solo sonrió, satisfecho.
…………………
Unas horas después, cuando la madrugada se asomaba, Korina volvió a respirar con fuer