Lobo blanco Vll.
Tax me observó con una sonrisa fría, sus ojos brillando con satisfacción oscura.
—Eso es lo que quería ver —dijo con voz baja, casi un susurro venenoso—. Aunque, no es suficiente. No estás destruido todavía, sobrino.
Señaló a la manada, a los cachorros, a mi hijo.
—Ahora debes elegir: tu manada o tu cachorro.
El silencio se volvió insoportable mientras mi mente luchaba contra el dolor y la rabia.
Los miré a todos. El peso de sus súplicas silenciosas aplastó lo poco que me quedaba de resolución.
Entonces me fijé en una de las lobas que me miraba con insistencia.
Articuló un "Sálvalos, por favor".
Lo hizo una y otra vez mirando con insistencia a los cachorros.
Miré detrás de mí. Aún permanecían inmóviles los guardias que me habían acompañado a controlar el incendio.
-Estaremos bien con lo que decida, Alfa.
Uno a uno asintieron tensamente.
No los merecía. No merecía ser su líder y, aún así, aquí estaban.
Me levanté con piernas temblorosas.
Con la voz firme, t