Lobo Blanco Capítulo XVII.

Tomé la mano de la loba que miraba con horror la escena y salí de la Casa de la manada.

Detrás de nosotros, los guardias que presenciaron el duelo ya se encontraban aullando para anunciar la muerte de Sander.

Lo primero que hice fue ir por mi cachorro. Alguien podría lastimarlo y luego venir a reclamar el puesto con un duelo.

Me importaba una mierda el puesto, lo podía tener quien lo quisiera.

Sin embargo, no podía abandonar la manada dejando todo en un caos total. En mi tiempo patrullando conocí a un lobo que me pareció decente. Le pasaría el título y nos iríamos del territorio.

Así que eso hice. Me transformé brevemente para aullar y anunciar al nuevo Alfa.

El murmullo en la aldea crecía con cada paso que dábamos, el eco del aullido extendiéndose como fuego por la pradera. Nadie nos detuvo; nadie se atrevió a interponerse en mi camino.

No me quedé para los festejos ni para los llantos. Tomé a mi cachorro en brazos y nos largamos de ese territorio como quien escupe algo amargo de la
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