El calabozo era un lugar a donde eran enviados los lobos que habían cometidos algunos crímenes, tal como el cambio de un alfa o el cambio de una luna, que era el caso de Tara; en ese sitio los castigos eran de día y noche, con poco descanso, quien iba a ese lugar nunca volvía.
Lyon abrió la puerta de la celda, esperaba encontrar a Tara en el rincón tal vez llorando, implorando el perdón de Aysel, por lo que había hecho, pero no fue así, la mirada de esa loba era de soberbia, sin una pizca de arrepentimiento y no estaba en un rincón, sino de pie en medio de la celda esperándolo, fijó su vista en él.
—Te lo advertí que si volvías y hacías sufrir a mi Luna lo pagarías muy caro —dijo Lyon con voz gruesa y áspera, Tara elevo los ojos al cielo, con fastidio.
Lo había dicho cuando descubrió que había golpeado a Aysel, porque no había hablado con él para hacer que regresarán a Asael a su puesto.
—Yo no pensaba decir nada para que ella no sufriera, pero Dina quería que lo supiera —replicó T