— A veces creo que tienes poderes mágicos. Tomé la mejor decisión de mi vida el día que te invité a salir.
Dairon besaba el cuello de Alice, que leía las noticias de la mañana sentada en el jardín con una taza de café humeante en una mano.
— Ciertamente tu vida ha cambiado, pero no puedo tomar crédito por ello.
— ¿ Cómo que no? — Tomó asiento frente a ella.
— No. — Alice dio un sorbo a su café. — Todo ha sido obra tuya. has demostrado tener una fuerza de voluntad enorme, y aunque es solo el principio de tu completa transformación, creo que es necesario felicitarte. Empiezas a parecerte al hombre que siempre supe que eras.
— De veras eres un mujer impresionante. No podría jamás haber encontrado la fuerza sin tu ayuda.
Alice sonrió.
— Escucha... — Dairon bajó el tono, como si estuviese a punto de hablar de algo muy bochornoso. — Yo sé que no he sido todo lo que esperabas y que he fallado en cumplirte como hombre, pero yo....
— Déjame detenerte ahí mismo. — Alice dejó la taza so