EVA
Todo en mi habitación era oscuridad, lo único que podía ver era el rostro de Aidan, quien dormía a mi lado. Después de la fiesta él y yo subimos a mi habitación y tuvimos sexo, tal y como lo habíamos hecho muchas veces.
Pero esta vez, para mi fue distinto. En mi mente solo figuraba un hombre enmascarado, con jeans y sudadera negra. No entendía cómo podía desear a una persona tan despreciable como el trébol negro. Solo debía sentir nausea, asco y repugnancia y no deseo.
Pasé mi mano por el cabello de Aidan. —¡Eh! despierta… —susurré cerca de su cara —Despierta…
—Mmmm no, ¿por qué?