La mujer de la entrada, identificada como Sift, dudó unos instantes antes de mostrarme el camino. Fuego azul se encendió en varias antorchas que habían permanecido ocultas de la vista. Era un largo, largo camino, subiendo una tenebrosa montaña. Me tomaría horas subir hasta allí, pero no podía echarme para atrás a estas alturas.
Al parecer, no era lo más usual del mundo exigir una reunión, pero Sift dijo que solo por ser la hija de Eleonor tenía ese privilegio. También me advirtió que era posible que algunos brujos no estuvieran felices con mi entrada a la comunidad. Fue amable, aunque un poco cautelosa al hablarme. Se encargó de iluminar el camino durante toda la noche, caminando junto a mí en silencio.
A un corto tramo de alcanzar la cima, se despidió con una pequeña reverencia.
—Te deseo la mejor de las suertes, hija de Eleonor.
—Gracias, Sift.
Escalar fue más sencillo de lo que esperaba, aunque tomó más tiempo del que creía. Cuando logré llegar a la cima, el sol estaba apareciendo,