Nathan
Ver a Eleanna retorcerse por el dolor y no poder hacer nada era desesperante. Podía sentir mis manos temblar, mi lobo luchando por tener control, intentar por su cuenta sanarla. Sabía que no era posible, que no había nada que pudiera hacer, pero eso solo lo hacía peor. La impotencia me estaba carcomiendo, amenazando con derrumbarme.
Pero no podía permitirlo. Alguien debía cuidar de Eleanna y ese alguien sería yo, por más que ver su rostro sonrojado ante el dolor, sus manos crispadas y las lágrimas que derramaba era algo que me quemaba por dentro, me mantuve a su lado, acurrucándola contra mi pecho.
Ver a la persona que amas sufrir y no poder remediarlo podía considerarse una de las torturas más graves.
¿Qué le estaba pasando?
No supe como sentirme cuando cerró los ojos, cayendo en la inconsciencia. Estaba entre aliviado y angustiado. Al menos, en el país de los sueños, no sentía dolor. Aún no había terminado, pero por el momento, ver su rostro pacífico me permitió respirar por