Mientras tanto, Lucas Montalbán, con su astucia afilada y su ambición insaciable, no estaba dispuesto a ceder un centímetro de terreno. El artículo que había escrito sobre Sophie había encendido un incendio que aún ardía en los titulares, sembrando dudas sobre Recuperando Vidas y erosionando la confianza de los donantes. Pero para Lucas, esto era solo el comienzo. La fundación, con su causa noble y su líder carismática, era su carta maestra, un trampolín para catapultarlo de periodista ambicioso a figura pública intocable. Sus ojos, fríos y calculadores, brillaban con la promesa de un poder mayor, pero sabía que necesitaba más: información privilegiada, un secreto que pudiera usar para someter a Sophie completamente, para hacerla danzar al son de su pluma.
Lucas se movía en las sombras de la fundación con la gracia de un depredador, sus pasos silenciosos pero letales. Había identificado a su presa: Alicia, una joven asistente recién ascendida, con ojos brillantes de ambición y un deseo