Capítulo siete: El chantaje.
De repente unos gritos y un silbato se empezaron a escuchar,
—¡Hey!, ¿qué pasa ahí?
(silbatazos)
—No deben estar afuera a esta hora, ya sonó el toque de queda.
(silbatazos)
Mientras la persona de uniforme se acercaba, Renata y los otros dos se fueron,
— Te salvó la campana— fue lo que me dijo antes de irse.
—Fernanda, ¿estás bien? — fue lo último que escuché antes de caer desplomada al piso.
Cuando recobré mis sentidos, me encontraba en la enfermería; giré suavemente la cabeza y noté a mi amiga sentada a mi lado tomándome la mano,
—Fer; hola nena, ¿cómo te sientes?, ¿te duele algo, llamo a la enfermera? — en sus ojos podía ver lo preocupada que estaba por mí,
—Tranquila, estoy bien, solo me duele un poco la cabeza— me senté en la camilla con cuidado,
— ¿Cómo llegué aquí? — le pregunté mientras ella me daba un vaso de agua y una pastilla que tomé inmediatamente,
—Fue Doroti, ella vio a un grupo de estudiantes fuera después del toque de queda y cuando se acercó