Capítulo ocho: El salva vida.
Ya habían pasado dos horas y no habíamos avanzado más de dos hojas,
— Vamos Dilan presta atención no es tan difícil.
— Uff, esto es muy aburrido; porque mejor no vamos a tomar algo por ahí— cerro su libro sin mucho afán,
— No, de aquí no te vas hasta que no entiendas lo que vengo explicándote hace dos horas.
— ¡Ja!, te crees muy sabionda— chisto Jesua tirando el cuaderno por encima de mi cabeza,
— Vasta, quietos; no tiren los libros— les pedí comenzando a impacientarme,
— ¿Acaso los compraste tú? — refutó Renata con seriedad, mientras jugaba con una navaja de bolsillo.
— Levanten el culo, tenemos asuntos que atender ahora— soltó sin más Matt que se había dignado a aparecer y sin darme tiempo a nada ya estaban los cuatro yéndose y dejándome ahí como idiota otra vez,
— Espera, aún no hemos terminado— grité sin que ninguno de ellos me prestara atención.
Me levanté lo más rápido que pude, corriendo hacia ellos y pare a Matt en seco dándole un tirón de su campera,